Tuesday, November 06, 2012
Paralelismo histórico entre la Cabaña Sueca en el Central Park (Swedish Cottage 1876) y la Torre de Suecia de Barcelona de 1929
En
el mes de julio realicé una visita de investigación y estudio que
considero digno de informar: La Cabaña de Suecia (Swedish Cottage),
ubicada en el Central Park, en Manhattan, N.Y. Podríamos encontrar
en esta construcción en madera el paralelismo con la similitud de su
origen e historia de lo que acontecía en la Exposición Universal de
1876 en Filadelfia USA y lo que acontecía en La Exposición
Universal de 1929 en Barcelona, una muestra de arquitectura en madera
que acompañó a los dos pabellones de Suecia.
La
historia es bastante real, relata el viaje tortuoso de la cabaña
sueca desde su tierra natal en 1876 hasta Filadelfia, Estados Unidos,
para luego terminar en el Central Park.
Originalmente
construida en Suecia como una escuela modelo de pino y cedro en 1875,
la cabaña fue desmontada, embalada en cajas y enviada en barco a
través del Atlántico desde Suecia hasta Filadelfia, para luego ser
re-eregida por los artesanos suecos en la entrada del pabellón de
Suecia de la Exposición Universal de Filadelfia de 1876. Amueblada
con mesas y pizarras, y con maestros suecos, la escuela popular dio
la bienvenida a muchos visitantes, del 10 de mayo al 10 de noviembre
de ese año. En esta exposición se celebró el 100 aniversario de la
declaración de independencia de los Estados Unidos.
Impresionado
por el ornamento y la utilidad de la Cabaña Escuela Sueca, el
diseñador del Central Park, periodista, crítico social,
administrador público y arquitecto paisajista autodidacta, Frederick
Law Olmsted, tomó cariño a la cabaña rústica y en su insistencia
aseguró una propuesta de la ciudad de Nueva York para comprarla. En
1877, la cabaña fue desmontada una vez más y reconstruida en el
lado oeste del parque.
A
partir de 1939, el comisionado de Parques de New York City, Robert
Moses, creó un teatro de marionetas de gira para llevar a cabo
presentaciones en patios de recreo durante el verano y en auditorios
escolares durante el invierno. Ocho años más tarde, en 1947, la
compañía se trasladó a la Cabaña Escuela Sueca, que a partir de
esta fecha fue su taller y sede. Desde entonces, cientos de miles de
niños y familias de todo el mundo han disfrutado de sus producciones
originales de marionetas. En 1973, el interior de la cabaña fue
acondicionada para incorporar un pequeño teatro de marionetas para
funciones en su interior, así como un espacio para el teatro
ambulante. Así continúan hasta nuestros días a través de la
Puppet Mobile CityParks, la empresa más antigua de actos de su tipo
en el país, que presenta espectáculos gratuitos y talleres de toma
de títeres en los parques de barrio, centros de recreación y las
escuelas de Nueva York.
Cuidadosamente
restaurada en el año 1996, la cabaña conserva gran parte de sus
materiales originales del siglo 18, incluyendo las tejas estampadas y
paneles del interior. Las audiencias infantiles siguen disfrutando
hoy de espectáculos de marionetas de cuentos clásicos. Artesanos
talentosos hacen marionetas para cada producción, lo que contribuye
a aumentar el archivo de marionetas históricas cada año.
Los
espectáculos de marionetas y títeres en la cabaña sueca Cottage
Swedish son gestionados y presentados por City Parks Foundation.
Fabricantes de títeres crean y presentan las producciones de
marionetas, entre las cuales han incluido "Hansel y Gretel",
"Los viajes de Gulliver", "La Bella Durmiente",
"Alice in Wonderland", "Jack y las habichuelas
mágicas", "La Historia Secreta de los Cottage sueco "
El maravilloso viaje de Nils Holgersson y muchos otros.
La
cabaña Sueca se encuentra en Central Park, en 79th Street y la West
Drive, Central Park. Subway B.C W 81st, y es miembro de la Fundación
Casa Histórica de la Ciudad de Nueva York.
Swedish
Cottage - Cabaña Sueca Central Park
Hoy
la cabaña sueca es el hogar de una de las últimas compañías
públicas de marionetas en los Estados Unidos. La cabaña está
dividida en 2 secciones, los titiriteros han trabajado su magia desde
1947 en el ala derecha de la cabaña, tirando de los hilos de sus
marionetas talladas a mano para dar vida a todos los clásicos
cuentos de hadas. En el ala izquierda se dictan talleres y fabrican
las marionetas.
Reflexión
ante este histórico paralelismo.
Esta
iniciativa de Frederick Law Olmsted fue el inicio para generar
cultura y conciencia de identidad despierta en la recuperación de
los valores de elementos naturales como la madera. Este elemento
noble usado en la construcción sigue siendo hoy una fuerte
influencia en la arquitectura.
¿Qué
tanto han cambiado las circunstancias de esos tiempos hasta nuestros
días cuando se perfila un nuevo ciclo para Barcelona? Pudiendo
definir que Barcelona tiene una joya de la arquitectura sueca, Torre
de Suecia de 1929, elemento arquitectónico que acompañó al
Pabellón de Suecia de la Exposición Universal de Barcelona de 1929,
llamada funcionalismo sueco “Funkis” abreviatura en sueco de
funcionalismo de comienzos del siglo XX.
La
Torre de Suecia de 1929, no solo es importante por su concepto
arquitectónico de la época, “funcionalismo”; sino porque el
material empleado en su construcción, “fusta”, madera, se
utiliza hoy en día como ejemplo de la “arquitectura ecológica
sostenible” en la construcción moderna.
La
Torre de Suecia es funcionalismo
El
valor artístico, histórico y arquitectónico de la Torre, su
arquitectura es un trozo muy importante de la historia de la
arquitectura del siglo pasado. Junto
con el pabellón alemán Mies van der Rohe,
la torre sueca es una muestra del inicio de la arquitectura moderna.
La torre es como un puente entre el estilo clásico de los años 20 y
lo que llegó después. Esto ocurría precisamente con el rompimiento
entre aquel predominante clasicismo de la década de los 20 y las
nuevas ideas de Le Corbusier y Bauhaus que intentaban entrar y que en
Suecia se le llamaría Funkis (abreviatura en sueco de
funcionalismo).
La
Torre y su historia son totalmente desconocidas en Barcelona.
En
los documentos que reposan en el Archivo Nacional de Suecia en
Estocolmo y debidamente clasificados informa el Comisario de la
Exposición, Sr Albert Wingvist, que al finalizar la exposición de
Barcelona de 1929, tenia sobre su mesa cuatro propuestas de empresas
de la construcción deseosas de comprar el Pabellón para reutilizar
la madera en construcción de edificios del ensanche de Barcelona, y
dos empresas del textil una de Terrassa y la otra en Sabadell,
empresas que utilizarían el pabellón como nave dentro de sus
respectivas fábricas.
En
la documentación se desprende que las autoridades suecas de la época
tenían otros fines con el Pabellón y la Torre, lo cual lo dejaron
patente en su donación efectuada por el estado y el Rey
de Suecia Gustaf V
al Ayuntamiento de Barcelona el día 16 de septiembre de 1930 y el 5
de febrero de 1931 cuando se formalizó en cesión plenaria del
Concejo Municipal, el Comisario General de Suecia, Albert Wingvist,
daba posesión de dicho Pabellón y consigo la Torre al Ayuntamiento
de Barcelona pasando a formar parte del Patrimonio Municipal de
Barcelona.
La
Torre no es una cosa de ¡kitsch!. Tras la clausura de la Exposición,
la torre pasa a ser patrimonio de la ciudad de Barcelona,
oficialmente formalizado ante el comisario general de Suecia en
cesión plenaria del Consejo Municipal el 5 de febrero de 1931. Fue
desmontada y trasladada a un solar donde no prestaba ninguna función
escolar. La Torre fue destruida durante la guerra civil española
(1936 – 1939), su madera utilizada para paliar los crudos inviernos
cuando los militares del Estado Español ocuparon la colonia de
montaña del grupo escolar del Ayuntamiento de Barcelona.
Históricamente la Torre pasó a ser parte del patrimonio Barcelonés
y debe ser reconstruida en la montaña de Montjuïc.
Un testimonio de la corta
trayectoria que tuvieron la torre y el pabellón de Suecia como equipamiento
escolar de montaña.
Extracto
del escrito a mano de María de la Torre, alumna de la escuela de montaña en
1933.
“Las
Actividades escolares eran muy variadas, éramos 300 niñas que corríamos por
todos lados. Dos uniformes, 2 pares de zapatos y un lazo blanco para la cabeza,
eran regalados por el Ayuntamiento de Barcelona. Nuestros abrigos, jersey, ropa
interior y calzado de invierno nos lo compraban nuestros padres.
Teníamos
actividades deportivas variadas, algunas niñas aprendían a jugar tenis. Nuestra
educación no era nada elitista, era Universal, Libre, Laica y Gratuita. Si
pudiera volver atrás
Para
acceder al Pabellón de Suecia, una galería cubierta conducía a las clases a un
lado del aula de juegos. Un escenario donde algunas niñas con la maestra
jugaban aptas para interpretar obras de teatro, aprendían un texto. El
ayuntamiento de Barcelona se ocupaba de alquilar el vestuario y para obras
clásicas una señorita confeccionaba pelucas de estilo Luis XV con algodón.
Hacíamos
excursiones; nos llevábamos una mochila y bebidas, pasábamos el día disfrutando
de la naturaleza, los días de reposo escolar. Cantábamos y danzábamos en
catalán varias obras para niñas. Confeccionábamos algún bordado a ganchillo que
las maestras nos enseñaban. Una señorita nos interpretaba al piano obras de
Federico Chopin y algún otro compositor, como ustedes pueden darse cuenta no
perdíamos el tiempo.
Le
deseo mucha suerte en su propósito, ya me contará como le resulta
Reciba
mi amistad María de la Torre Le Havre Francia
He olvidado de darle un detalle sobre la
escalera de caracol en el interior del "cono" (nombre que las niñas
daban a la Torre) subíamos hasta la plataforma saliente, para controlar la
atmósfera del tiempo, la dirección del viento, la forma de las nubes; era
nuestra estación meteorológica, De nuestra clase éramos mi amiga Josefina y Yo
teníamos esta misión. En lo alto de nuestra torre podíamos observar todo el entorno
de la Escuela. Y de cuando en cuando compartíamos chiquilladas a hurtadillas
subiendo a lo alto de nuestra torre, “Cono”, a ver los lindos atardeceres del
pirineo catalán y en otras ocasiones las noches de luna llena y las estrellas.
Excúseme
mi escritura, me tiembla la mano”.
María
de la Torre falleció en el 2003, en Le Havre, Francia, a los 81 años. En su
memoria escrita a mano nos dejó nombres de compañeras como: Encarnación
Valderrama, Beatriz Avellán Peña, Alicia García Tello, Judith Mestres d'Anyba,
Lourdes Reyes, Josefina Mías y Josefina Hernández Navarro, su mejor amiga. A
todas ellas, y a las más de 300 niñas de Barcelona que estudiaron en la escuela
de montaña, les dedicamos esta petición ciudadana.
Hay
una historia que está por contar y una Torre por reconstruir en la montaña de
Montjuïc. En memoria de las niñas que durante los años de 1933 al 1936
recibieron una educación en catalán en
la Colonia permanente de montaña Berga del Ayuntamiento de Barcelona.
Coordinador
propuesta ciudadana desde 2006
New
York julio de 2012
Fuente
de información: